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martes, 11 de marzo de 2014

¿Qué me dices?

El amor no es fácil. Nunca lo ha sido. Es como caer por un tobogán a oscuras sin saber qué hay después. Al principio puede parecerte divertido. Mirar a esa persona tan especial, las mariposas en el estómago, la sonrisa tonta permanentemente dibujada en la cara. Quizá incluso creas que es un enamoramiento tonto y pasajero, que se acabará dejándote indemne.  Pero, eventualmente, te acabarás asustando. Después de todo, ¿quién es esa persona que crees conocer tan bien? De pronto, te das cuenta de que, en realidad, no sabes nada de ella. Se vuelve un completo desconocido de la noche a la mañana.
¿Y ahora qué? ¿Olvidarlo? Lo intentarás, sé que lo intentarás con todas tus fuerzas. Pero nada valdrá, nada será suficiente. Ya no habrá forma de pararlo. Te arrastrará consigo hasta lugares nunca vistos, te hará hacer cosas que nunca creíste posibles, algunas maravillosas y otras innombrables. Aún así no puedes evitarlo y sigues la fuerza de la corriente, incapaz de hablar, pensar, respirar mas que de esa persona.
Por fin, llega el momento definitivo. ¿Es recíproco ese loco sentimiento? No importa. Tú estarás tan atrapado a esas alturas que la respuesta da igual. Tus emociones no se diferenciarán tanto, ya sea una terrible adoración o un odio visceral. Únicamente eres capaz de sentir, con cada minúsculo átomo de tu cuerpo.
Y de pronto, te encuentras con que el fuego se apaga, ya sólo sientes un alivio infinito porque todo haya acabado. Te quedas con una tremenda paz, que te hace desear dormir y flotar a la deriva. Esperando a que te engulla el siguiente remolino.
El amor es eso, una emoción pura, confusa, verdadera, aterradora, fugaz y eterna. El amor lo vale todo, el amor lo es todo. Así que, ¿qué me dices? ¿Vienes?

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