El amor no es fácil. Nunca lo ha sido. Es como caer por
un tobogán a oscuras sin saber qué hay después. Al principio puede parecerte
divertido. Mirar a esa persona tan especial, las mariposas en el estómago, la sonrisa
tonta permanentemente dibujada en la cara. Quizá incluso creas que es un
enamoramiento tonto y pasajero, que se acabará dejándote indemne. Pero, eventualmente, te acabarás asustando.
Después de todo, ¿quién es esa persona que crees conocer tan bien? De pronto,
te das cuenta de que, en realidad, no sabes nada de ella. Se vuelve un completo
desconocido de la noche a la mañana.
¿Y ahora qué? ¿Olvidarlo? Lo intentarás, sé que lo
intentarás con todas tus fuerzas. Pero nada valdrá, nada será suficiente. Ya no
habrá forma de pararlo. Te arrastrará consigo hasta lugares nunca vistos, te
hará hacer cosas que nunca creíste posibles, algunas maravillosas y otras
innombrables. Aún así no puedes evitarlo y sigues la fuerza de la corriente,
incapaz de hablar, pensar, respirar mas que de esa persona.
Por fin, llega el momento definitivo. ¿Es recíproco ese
loco sentimiento? No importa. Tú estarás tan atrapado a esas alturas que la
respuesta da igual. Tus emociones no se diferenciarán tanto, ya sea una
terrible adoración o un odio visceral. Únicamente eres capaz de sentir, con
cada minúsculo átomo de tu cuerpo.
Y de pronto, te encuentras con que el fuego se apaga, ya
sólo sientes un alivio infinito porque todo haya acabado. Te quedas con una
tremenda paz, que te hace desear dormir y flotar a la deriva. Esperando a que
te engulla el siguiente remolino.
El amor es eso, una emoción pura, confusa, verdadera,
aterradora, fugaz y eterna. El amor lo vale todo, el amor lo es todo. Así que,
¿qué me dices? ¿Vienes?
Sublime, vas a llegar lejos escribiendo ¡Ánimo!
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Ojalá tengas razón...
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